lunes, 6 de marzo de 2017

PORTADA DE SAN JUAN CATEDRAL DE LEÓN ( ESPAÑA)

Catedral de León. Portada de San Juan


Comentario
La Puerta de San Juan de la catedral de León es la correspondiente a la nave del Evangelio. Es una obra dedicada al ciclo de la infancia de Cristo, de fuerte carácter narrativo, resuelta por encadenamiento de secuencias, fórmula expresiva típicamente gótica, e inspirada directamente en el Apócrifo de la Natividad del Señor; en las arquivoltas aparecen los reyes músicos y distintos temas neotestamentarios.
El tímpano está dividido en tres fajas: en la inferior se representa la Visitación, el nacimiento y la Anunciación a los pastores; en la intermedia vemos la presentación de los Reyes Magos ante Herodes, la adoración de los Reyes y la huida a Egipto; en el remate se encuentra la escena de la degollación de los inocentes. En el dintel se hallan ángeles cantores, tocando el órgano y ofreciendo coronas.
En las arquivoltas se representan reyes tocando instrumentos, escenas de bautismo y una curiosa representación de la jerarquía sacerdotal.
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EL TOPO DE LA CATEDRAL DE LEÓN ( ESPAÑA)

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Interior de la catedral de León
Interior de la catedral de León - ABC
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MÓNICA ARRIZABALAGA arrizabalaga11 Madrid - Actualizado: Guardado en: Cultura

Sobre la Puerta de San Juan, en el interior de la Catedral de León, cuelga un extraño pellejo oscuro. Es el «topo maligno», el responsable de que las obras del templo sufrieran mil y un contratiempos y se vieran continuamente retrasadas, según la tradición leonesa.
El topillo minaba los cimientos de la Catedral de Santa María de Regla por la noche, echando abajo los trabajos realizados por los canteros durante el día. Cuentan que los leoneses salieron una noche en su búsqueda (o pusieron una enorme trampa en el subsuelo, según la versión de la leyenda que se cite). El caso es que lograron atrapar al enorme animal, al que dieron muerte y colgaron su pellejo en la pared, quizá como testimonio o advertencia.

Pies de barro

«Estas leyendas suelen tener un trasfondo realista que se sintetiza sabiamente con un símbolo», explica Máximo Gómez Rascón, director del Museo de la Catedral de León. En este caso, el topo es una metáfora de los avatares arquitectónicos que ha sufrido esta colosal construcción gótica, amenazada siempre por la inseguridad. «Fue el primer edificio que se declaró Monumento Nacional en España dada la emergencia de las obras que requería», recuerda Gómez Rascón.
Ya desde sus inicios en el siglo XIII hubo problemas causados por la mala calidad de los cimientos. En el mismo solar se había levantado antes la antigua catedral, sobre el palacio del rey Ordoño II y éste a su vez sobre unas antiguas termas romanas. «Parte de los fallos tienen su origen en los hipocaustos del siglo II de las termas romanas», señala Gómez.
«La acumulación de humedades y la filtración de aguas ocasionaron graves inconvenientes a los maestros», apunta Narciso Casas en «Historia y Arte de las Catedrales de España». A esto se sumó la deficiente calidad de la piedra con la que se construyó el templo, de material poroso que se corrompe con el frío, la humedad y el hielo, y el desafío que presentaba su atrevido diseño, con sus formas ligeras y sus enormes ventanales.
«Tuvo una vida muy accidentada sobre todo desde el siglo XV, que se agravó desde la época de Felipe IV», comenta Gómez Rascón. Ya a finales del siglo XIV hubo que construir la «silla de la reina», obra del maestro Jusquín, porque se resintió el hastial sur, al desequilibrarse los pilares torales. En 1631 se derrumbaron parte de las bóvedas de la nave central Juan Naveda, arquitecto de Felipe IV, cubrió el crucero con una gran cúpula «rompiendo los contrarrestos del sistema gótico, tan distintos de los del barroco», según Casas. Aquello ocasionó que el hastial tuviera que ser reedificado en 1694.
La catedral se vio afectada por el terremoto de Lisboa de 1755, de forma especial las vidrieras, aunque los mayores temores se vivieron en el siglo XIX. En 1857 comenzaron a caer de nuevo piedras de las bóvedas. El peligro de hundimiento se hacía más inminente. Un informe de la Junta General del Reino de 1876 advertía de las amenazas que se cernían sobre el edificio por la descomposición de la piedra, la erosión y el paso del tiempo. «Todo este conjunto de fatales circunstancias hace fundamentalmente temer que este edificio, maravilla del arte, admiración de propios y extraños, no sea en breve más que un montón de escombros», señalaba el documento del siglo XIX.
Hasta 1901, la Catedral estuvo cerrada, mientras se realizaban grandes obras de restauración, en las que incluso tuvieron que desmontar y volver a construir algunas partes.
El 29 de mayo de 1966, un rayo provocó un incendio que destruyó casi la totalidad de la techumbre.
Aún hoy se suceden percances, como el desprendimiento de parte de una cornisa el pasado enero. Según señala la web de la catedral, «en las últimas décadas se está trabajando con gran intensidad en el tratamiento de la piedra, sin que haya transcurrido el tiempo suficiente para acreditar la eficacia de estos intentos. Por ello nos preguntamos: ¿Ha muerto, de verdad, el topo de la Catedral?».

Una tortuga laúd

Gómez Rascón relata cómo a principios de los años 90 bajaron por primera vez el pellejo del animal para llevarlo a una exposición que se iba a celebrar en Barcelona. «Lo bajamos para restaurarlo y se cayó el mito. Era claramente el caparazón de una tortuga», recuerda el experto, que añade cómo según confirmaron investigadores de la Universidad de León, «es una tortuga laúd, que hasta el siglo XIX abundaba en el norte de España, en el Cantábrico».
«A lo mejor tenemos por aquí alguna laguna subterránea», ironiza Gómez Rascón.
Quién llevó la tortuga a la catedral y quién la colgó allí continúa siendo un misterio. «Probablemente» fue una ofrenda de alguna persona a la catedral, señala el director del Museo, aunque «no hay por qué recurrir a ultramarinos» y pensar que un indiano la trajo de América, como en el caso del cocodrilo que cuelga en la iglesia de Medina de Rioseco. En este caso, bien podría haber sido capturada en el Cantábrico. «Hoy no se entendería, pero hubo un tiempo en el que se traían este tipo de cosas tras largos viajes porque resultaban muy exóticas», explica.
«Lo cierto es que colgada como estaba y vista desde abajo, parecía la piel de un topo gigante. Nadie se imaginó que fuera una tortuga», asegura Gómez Rascón. Quien colgara el caparazón en la pared de la catedral sabía de qué animal se trataba, pero este experto cree que posiblemente «desde el principio fue presentado como el topo» o muy pronto se dijera que lo era. Las referencias más antiguas que se tienen sobre el animal hablan de un topo.
El director del Museo sospecha que el bicho es «coetáneo de la gran restauración de la catedral» porque el hastial donde fue colgado «no tiene cien años». «Esos muros se modificaron», recuerda, aunque admite que bien podría haber estado antes en otro lugar de la catedral y haber sido luego puesto allí. «Quién sabe».
Los restos de la tortuga fueron restaurados en Madrid antes de ser expuestos en Barcelona y a su vuelta a León fueron de nuevo colgados en su lugar. «A la gente le da igual que sea una tortuga, no influye para nada», asegura Gómez. Las termas romanas en sus cimientos, la construcción accidentada del edificio, aquel bicho colgado en la pared... «todo cuadraba para que fuera un topo, era una lógica muy bien vinculada al lugar», dice antes de recordar una anécdota que le sucedió a él hace un tiempo y que muestra la importancia que puede tener en el imaginario colectivo la historia del topo.
«Era un día de agosto y estábamos cerrando. Salía ya de la catedral, cuando vi a una señora que me suplicó que le concediera unos minutos para enseñar el topo a sus hijas. Les acompañé y les conté toda la historia y cuando acabé y les dije que era una leyenda, que en realidad era una tortuga, la señora me increpó: "¡Así destruye usted la fe de mis hijas!"».

sábado, 14 de enero de 2017

CONVENTO DE CARMONA EN SEVILLA ( ESPAÑA )



Convento de los Frailes, Carmona (Sevilla)


Sábado 13 de Septiembre de 2014
INTRODUCCIÓN
El artículo de esta investigación se lo vamos a dejar a un experto del lugar dado que vive muy próximo a donde se encuentra emplazado el Convento, hablo de D. Ángel Rivero, es uno de los mejores y más grandes investigadores, para mi gusto, de Sevilla…. Muchos años de investigación a sus espaldas y gracias al cual hemos aprendido mucho de él…y que si se me permite, para finalizar la breve introducción, quiero hacer nuestra una frase suya:  “No creas todo lo que te digan…. investiga por ti mismo” Así creció el antiguo grupo RETOX, disuelto ya por desgracia, y ahora en pleno crecimiento: Grupo Daguian Madrid.
Os recomiendo que echéis un ojo a su página… http://www.asociacionlooculto.tk/
Una vez más Ángel…. MUCHAS GRACIAS POR LO QUE HICISTE EN SU MOMENTO Y CONTINÚAS HACIENDO AÚN EN LA DISTANCIA.
No me quiero dejar sin nombrar a otra persona que también nos acompañó… Manuel Delís…. próximamente habrá un artículo suyo pero quiero dejar una muestra de cariño para ésta persona que también es muy importante para nosotros desde estas investigaciones; Y todo gracias al señor Ángel! La buena gente se acaba juntando!!
ARTÍCULO
En Carmona (Sevilla) existe un convento que en su día estuvo habitado por monjes carmelitas. Ellos se dedicaban a sus actividades de carácter espiritual, pues aquello era un noviciado, a la vez que tenían que conseguirse el sustento cultivando un huerto, criando animales y mendigando limosna y comida por las calles de la localidad y por las fincas y huertas privadas que se encontraban en las cercanías de la construcción, pues ésta se hallaba fuera del pueblo, elevada sobre un pequeño cerro.
A ese edificio acudían a escuchar misa los domingos muchas familias que vivían en las proximidades dedicadas al cultivo de sus huertas y campos. Eran muchas, ciertamente, pues también existía cercano al convento un pequeño colegio donde se impartían las clases diarias, pues los 3 kilómetros que distaban del pueblo era más fácil que fuesen recorridos por el profesor que por una larga fila de niños.
Los frailes siempre se quejaban del poco agua que había, que no permitía el buen riego de sus verduras y hortalizas, lo que ayudaba a que la cosecha no fuese demasiado fructífera.
Aquí es interesante hacer un inciso. Es incomprensible esta carencia de agua puesto que en las cercanías del convento está constatada la existencia de una abundante vena de agua que es conducida a través de una galería excavada hace cientos de años (quizás miles, si su origen es romano) por los habitantes de la zona. Aunque desconozco el inicio de esta obra sí conozco su salida al exterior, que está situada a más de 10 kilómetros de donde se encuentra el convento. Es tal su antigüedad que pueden verse formaciones calcáreas de varios centímetros en sus paredes. Sin embargo, a pesar de la existencia de un pozo, los monjes decían sufrir su escasez.
La situación económica que se estaba padeciendo en España tras la Guerra Civil ocurrida en 1936 obligaba a los monjes a realizar algo que me llevó a pensar que bien hubiera causado un verdadero conflicto en las almas de alguno de aquellos sufridos hermanos, pues se veían obligados a salir por las noches y volver con sus ropas rasgadas por las dentelladas de los perros guardianes de las huertas cercanas, que eran saqueadas por estos penitentes para poder sobrevivir.
¿Un monje robando, violando uno de los mandamientos importantes de su religión? Estoy seguro que a alguno de ellos le produjo una verdadera desazón el tener que realizar esas acciones pero el instinto de supervivencia es mayor que muchos preceptos bien intencionados.
Sobre los años 50 el convento fue abandonado sin previo aviso y vendido en 1957 a gente adinerada de Madrid, oscura operación que ha intentado ocultarse haciéndose sucesivos traspasos de carácter privado a distintas personas para no dejar constancia de la titularidad de la edificación o sus terrenos en ningún registro público. La venta fue el resultado de la “venganza” de un prior trasladado al noviciado a la fuerza. Por dicho traslado juró que si ascendía en la escala de mando y ocupaba un alto cargo en Madrid vendería aquello sin remedio. Y así lo hizo, lo vendió todo salvo la edificación que era propiedad de tres monjes (fray Manuel, fray Luis y fray Rafael), los tres mismos que con su esfuerzo levantaron la edificación, que se negaron a firmar su venta. Desde entonces el sitio acabó siendo campo propicio para las actuaciones de gamberros.
Pocos decían, ciertamente, que allí hubiesen fantasmas o se produjese alguna anomalía pero, antes de que desaparecieran de su antigua ubicación, todos hacían mención de lo espeluznante que eran unos ganchos para colgar comida que existían en la despensa subterránea del convento, seguro que rememorando alguna escena de película de terror donde el psicópata de turno colgaba en algo parecido el cuerpo mutilado de su víctima.
Con los años ya comenzó a correr el rumor de que entre sus vetustas paredes “se oían voces” pero supongo que tendrá que costarle la vida a alguien que sufra un accidente en ese edificio abandonado para que se forje definitivamente la leyenda de un fantasma errante.
Todos estos datos me fueron dados por familiares y otras personas con las que me entrevisté y que en aquellos tiempos trabajaban o vivían por las cercanías, por tanto no sería extraño que alguno de ellos fuese erróneo o incluso inventado o exagerado por alguna de esa gente, pero eso no modifica en nada los resultados psicofónicos que conseguí allí durante el tiempo que lo visité y de los que os dejo constancia.
Lo que en un principio tenía considerado como una corazonada acabó siendo algo más serio. La noche del 24/10/04, sobre las 23:30 horas, me reunía por primera vez con un grupo de investigadores expertos (muchísimo más que yo) que se habían sentido atraídos por las ruinas del viejo monasterio. Y así, acompañando al equipo, pudimos constatar la existencia en el sótano, casi en el mismo lugar donde algunos meses antes se había producido el curioso juego de luces que se puede ver arriba, del cuerpo de una gallina descabezada que había sido desangrada, posiblemente con la ayuda de una palangana con restos aún de sangre que estaba a su lado. ¿Acaso se había realizado allí alguna especie de ritual o era una gamberrada más de los desaprensivos que merodean la zona?
En aquella cavidad colocamos varias grabadoras y en silencio, tan solo alumbrados por una vela, escuchábamos gotear agua, allí donde los frailes se quejaban de su escasez. Ese sonido de goteo constante de agua no se volvió a repetir en otras ocasiones en las que distintos miembros del grupo, incluido yo, hicimos grabaciones de psicofonías en el sótano ni quedó reflejado en las cintas, a pesar de haber sido escuchado por cinco personas.
Antes de entrar dos componentes del equipo vieron unas luces azuladas que se movían como a metro y medio del suelo por la zona próxima a donde se encontraba el sótano. Salí al encuentro de aquellas luces preparando la cámara de fotos pero no llegué a ver nada. Al menos cinco cámaras fotográficas barrían el entorno intentando captar algo anómalo. Yo pude apreciar otra luz en las cercanías de donde se habían visto con anterioridad las luces azuladas pero, a la postre, “mi” luz no se correspondía con la que habían visto los otros componentes del equipo ¿qué era entonces?
Son varios los motivos que he encontrado que explicasen el abandono de la edificación, aparte del económico, pues también encontré quien decía que los frailes fueron expulsados al ser denunciados por los robos que cometían, pero hay una singular declaración que tiene especial interés. Lo que dice bien pudiera tratarse de una leyenda urbana pero, por haber sido dada por un mando policial y porque era hijo de alguien que trabajaba en el convento en la época de su abandono, creo que debe ser tenida en consideración, quizás más seriamente que las demás. Según esa declaración una mañana aparecieron degollados y colgados en los ganchos existentes en el techo del sótano los cuerpos de varios frailes.
Al conocerse el hecho la policía se personó en el lugar y encontró a un fraile escondido en un rincón, asustadizo y esquivo, que fue interrogado y terminó declarando que él había sido el causante de aquella matanza y que había sido obligado por el diablo. No se dio mucho crédito a esta confesión pues aquel fraile no tenía la suficiente constitución física como para poder colgar de una manera tan cruel aquellos cuerpos muertos sin haber recibido ningún tipo de ayuda. Se barajó la posibilidad de que en realidad no se tratase de unos asesinatos rituales sino motivados por las rencillas entre monjes debidas a prácticas homosexuales, de cuya existencia se hablaba entre los habitantes de Carmona. Nada se supo en el pueblo y aquello permaneció en secreto hasta la fecha tras la investigación militar posterior llevada a cabo.
¿Se trataba de la misma historia que impresionaba a mis amigos cuando yo era más joven y visitaba esas ruinas o acaso provenía de alguna historia real olvidada en el tiempo?
Y una leyenda urbana basada en aquellos tétricos ganchos del techo del sótano acabó tomando veracidad cuando salió a la luz un documento que se encontraba en uno de los archivos históricos gracias a la labor de un investigador que tradujo del castellano antiguo el manuscrito original. Éste contaba los sucesos ocurridos en la mañana del 25 de noviembre de 1680 cuando aparecieron el padre prior y el resto de los frailes, menos uno, el que contó la historia, colgados de los ganchos del techo del sótano y siendo devorados por pequeños seres quienes, al verlo, se unieron formando un solo cuerpo que le dijo: “te dejé vivir para que proclamaras mi venida al mundo”. Un fuego invadió entonces todo el sótano y el fraile corrió y oyó a sus espaldas: “ve y di que Satán está aquí”.
Nadie creyó al monje, que fue arrestado, pero mientras eran enterrados los frailes asesinados el cielo se oscureció y Satán apareció bajando entre dos columnas de fuego y todos los presentes huyeron. Al día siguiente, armados con cruces y biblias, muchos hombres llegaron hasta el convento. El diablo estaba sobre la torre viendo cómo los hombres derribaban las puertas y entraban en la edificación camino del campanario. Muchos desaparecieron pero la mayoría eran arrojados desde lo alto como si fueran muñecos. Satán se enojó y mientras tronaba el viento se abrió su cuerpo y gritó: “perezca todo y todos” y un temblor de tierra destruyó el convento y a la gran mayoría de los que allí estaban. Los supervivientes sembraron todo aquello de sal y la ciudad debió purgar sus pecados con dos años de misas y de indulgencias.
Este manuscrito abre nuevas interrogantes que quizás nunca puedan ser aclaradas: ¿Realmente el convento, antes de ser destruido, contaba con un campanario que no se volvió a levantar en la nueva construcción? ¿Pudiera ser que la mala producción de la tierra se debiera a haber sido sembrado el suelo con sal? ¿Acaso se describe en ese viejo legajo un aterrizaje ovni, una auténtica masacre ocurrida en el sótano o todo se trata del invento de un escribano del s. XVII?
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Psicofonías
En esta ocasión por motivos de tiempo, solamente hicimos dos pruebas psicofónicas muy breves y en una de ellas, al preguntar a lo que allí hubiese si podía oirnos, esta fue la respuesta. Especialmente para este caso se necesita especial atención y silencio…. pero se entiende. Como siempre, está repetida tres veces.

CONVENTO DE SAN PLÁC DE MADRID ( ESPAÑA )

La lujuriosa leyenda de las monjas endemoniadas del convento de San Plácido

Los sucesos, ocurridos en la época de Felipe IV, obligaron a intervenir al Inquisidor General, don Diego de Arce de Reynoso

El convento de San Plácido se encuentra a muy pocos metros de la plaza del Callao. Miles de personas pasan frente a sus muros a diario, pero son muy pocos los que conocen la leyenda de misterio y demonios que se esconde de puertas para adentro. El halo de santidad que tiene ahora contrasta con el pasado diabólico que se le adjudicó en la corte de Felipe IV.
El convento fue en su día escenario de todo tipo de rituales exorcistas, debido a las continuas agresiones que las monjas sufrían por parte de seres infernales. Diferentes episodios de esta índole lograron que en aquella época se conociera a esas religiosas como las «endemoniadas» de San Plácido.
Todo comenzó cuando una joven novicia dio la voz de alarma al comenzar a realizar actos extraños, como dar voces y hacer gestos obscenos impropios de un religiosa. Fue el confesor fray Juan Francisco García Calderón, quien comenzó a preocuparse por la situación, el que determinó que la joven estaba poseída por el diablo. Por este motivo se le practicó un exorcismo de urgencia que no dio buenos resultados: no sólo se pudo curar a esta hermana, si no que además otras veintiseis corrieron con la misma suerte.
El asunto llegó a extremos tan alarmantes que todas las moradoras de San Plácido, exceptuando a cuatro, cayeron bajo la influencia del Maligno. Los rumores llegaron pronto al Inquisidor General, don Diego de Arce de Reynoso, que abrió un largo proceso. Éste culminó en 1631 al dictarse prisión perpetua, ayunos y disciplinas para el confesor fray Juan Francisco García Calderón, que tras el tormento se autoinculpó de haber cometido actos pecaminosos con las monjas. Por su parte, la priora fue desterrada, mientras que la comunidad con el resto de las monjas fue repartida para evitar que los hechos se